LA MADERA

La madera es el recurso natural más antiguo de que dispone el hombre. En tiempos prehistóricos, mediante el frotamiento de dos palos de madera se consiguió el fuego, y desde entonces este material se ha convertido en una parte esencial de la historia del hombre: ha proporcionado combustible, herramientas, alimentos y protección a millones de personas. Una de las aplicaciones más importantes de la madera se efectúa en la industria del mueble. Los egipcios la utilizaban desde el año 2686 a. de C. para construir sus enseres, y se ha venido utilizando con este fin hasta nuestros días. El paso de los años nos ha ayudado a conocer el curso de la historia, marcada por diferentes épocas en las cuales la madera ha sido protagonista de distintas maneras. Este recurso, que hasta ahora parecía difícil de agotar, está empezando a preocupar al mundo entero; las talas masivas, los incendios y la destrucción hacen reflexionar sobre qué pasará con la madera dentro de unos años, pues se está usando más de la que se genera.
Los árboles crecen en grosor gracias a la actividad de una única capa de células llamada cámbium, situada entre el leño y el floema o líber. El cámbium rodea las partes vivas del árbol, y durante los períodos de crecimiento activo las células cambiales se dividen y dan lugar a nuevas células leñosas por la cara interna y a células floemáticas por la externa; de esta forma, la madera nueva se superpone al núcleo del leño preexistente.

La madera presenta dos calidades bien diferenciadas: una periférica, estrecha, tierna, porosa, cargada de agua y poco consistente, denominada albura por estar incompleto el proceso de endurecimiento o lignificación, y otra interior, llamada duramen o madera perfecta porque ha alcanzado la resistencia y opacidad máximas por estar avanzado el endurecimiento o lignificación y completos los rellenos de tanino, resinas y sales minerales; la madera cercana a la médula tiene estas propiedades más acentuadas y se denomina corazón del tronco.





|